Wayra

Hacer volar nuestra imaginación, junto con comer y abrigarnos, quizá sea el acto más antiguo de la Humanidad. El aire connota libertad, curiosidad, flexibilidad, y es el único elemento natural que no tiene límites ni fronteras, al igual que nuestra creatividad. Soñar es volar y crear es flotar. Pero no solo eso: el aire es también un medio para transmitir conocimiento.

¿Cómo no pensar, por ejemplo, en la tradición oral de las diferentes culturas andinas? Sus saberes ancestrales se han mantenido vivos, generación tras generación, sin necesidad de ser escritos. La vida se recrea en cada palabra dicha, en la realización de cada gesto simbólico, íntimo o social.

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