Un caudal de vida o muerte

Las pantorrillas se iban endureciendo y la respiración se intercalaba con bocanadas desesperadas de aire. Subíamos al nevado Hualcán para conocer la Laguna 513, una de las más importantes en Áncash y la responsable de la mayor parte del agua en la ciudad de Carhuaz. Mientras más alto estábamos, más nos sorprendíamos. Bloques de hielo se desprendían del glaciar y era como estar en medio de un bombardeo. Y todas las bombas asustan. Según Alejo Cochachín, coordinador de la Unidad de Glaciología y Recursos Hídricos de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), la Cordillera Blanca ha perdido en los últimos 50 años casi el 30% del área glaciar. Más de 200 kilómetros cuadrados de hielo, el mismo tamaño que la ciudad de Buenos Aires. Y este derretimiento ha creado 830 lagunas ubicadas alrededor de los cinco mil metros sobre el nivel del mar. Una de ellas es la 513. Cada vez recibe más agua y un descuido podría ocasionar una catástrofe en Carhuaz. Por ese motivo la empezarían a cuidar.

El 31 de mayo de 1970, un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter removió el nevado Huascarán, desprendió sus rocas, estas cayeron sobre lagunas y se provocó una avalancha que sepultó al pueblo de Yungay. Murieron más de 20 mil personas. Solo sobrevivieron 300. Desde los años cincuenta hasta el año 2000, en la Cordillera Blanca se realizaron trabajos de prevención en 35 lagunas en estado crítico. Se les redujo la cantidad de agua y se construyeron diques. Sin embargo, después se dejó de actuar. Es en este contexto, que en el 2012 apareció el “Proyecto Glaciares: Adaptación al cambio climático y reducción de riesgos de desastres por el retroceso de los glaciares en la Cordillera de los Andes”. Este es ejecutado por la Universidad de Zúrich y CARE Perú con el financiamiento de la Cooperación Suiza, y busca reducir cualquier riesgo producto del deshielo de los nevados, además de trabajar con las poblaciones en el cuidado del agua. Aunque actualmente el Proyecto está presente en Cusco y Áncash, durante su primera fase los esfuerzos se concentraron en la Cordillera Blanca, concretamente en la Laguna 513, la misma que intentábamos alcanzar en nuestra caminata. Aquí conocimos el primer Sistema de Alerta Temprana (SAT) en tiempo real ante aluviones del país.

El 11 de abril del 2010 un aluvión asustó a toda la población carhuacina. Una avalancha del nevado Hualcán, cayó sobre la Laguna 513, formando una ola de 28 metros y llevando todo lo que encontró a su paso. No hubo grandes pérdidas, pero sí un gran susto que recordó a Yungay. “Había una familia que vivía cerca al río. Eran tres hermanitos que vivían con la abuela. Cuando vino la avalancha no supieron qué hacer. Fue horrible para ellos. Después de eso, los niños no regresaron más al colegio”, cuenta la profesora Irma Caqui, Directora de la Institución Educativa Esther La Rosa Sánchez, del caserío de Yanamarca, en la provincia de Carhuaz. En la actualidad se siente aliviada con el SAT ya que les ha permitido identificar las zonas seguras y saber qué hacer ante una emergencia. Se ha calculado que un posible aluvión llegaría a esta zona en 35 minutos. En los cinco simulacros realizados en el 2014, los niños de esta escuela se pusieron a salvo en 13 minutos.

Otra situación es la del Colegio Señor de los Afligidos del Pariacaca. Este centro educativo, ubicado en la parte alta de la cuenca, a 20 metros del río Chucchún, que trae el agua de la Laguna 513, ha sido declarado por el comité de Defensa Civil de la provincia de Carhuaz como zona de alto riesgo. Todavía se pueden ver al lado las rocas del tamaño de autos que dejó el aluvión del 2010. “Hemos solicitado al Ministerio de Educación, al Congreso y al Gobierno Regional, la reubicación de nuestro colegio, y nada. Los alumnos no estudian tranquilos por estar en peligro constante”, comenta el director Juan Dextre, que se siente abandonado. Sin embargo, el tener identificado todas las vías de escape, lo calma de alguna manera. Un posible aluvión los alcanzaría en tan solo 12 minutos.

En la zona que se vería afectada por un aluvión se encuentran 25 colegios que se reparten cuatro mil alumnos.

En toda la cuenca del río Chucchún ya se han identificado los lugares seguros. En todos los caseríos están instalados los mapas con las zonificaciones, y además han señalizado los caminos y rutas de escape.

Después de cinco horas de caminata, llegamos a la Laguna 513 (4.600 m.s.n.m.) y conocimos cómo trabaja el SAT. Instalaron sensores (geófonos) en la laguna. Estos reportan los movimientos en tiempo real y están conectados a una estación meteorológica mil metros más abajo que brinda información acerca del clima, del caudal del río, de la cantidad de precipitaciones y de la velocidad del viento. Todos estos datos van directo a la Municipalidad Provincial de Carhuaz y ante una emergencia, se activa una alarma que llega a todos los habitantes. “La parte más importante de todo el SAT es la parte social. Esto nos compete a todos, no solo a CARE Perú o a la Municipalidad”, afirma Luis Meza, Secretario de Defensa Civil de la Municipalidad de Carhuaz, que espera tener todo el sistema trabajando a fines del 2014.

No hay población en la cuenca del Chucchún que no tenga todas las zonas señalizadas.

Hasta hace cinco años, los carhuacinos pensaban que el agua nunca se acabaría. Hoy se arrepienten de sus actos. El problema del agua se ha agudizado en esta ciudad a 34 kilómetros de Huaraz. Riegan sus cultivos sin pensar en el otro. Los que están más arriba de la cuenca captan más agua de la que necesitan y así van dejando sin recursos a los campos que se ubican en las partes más bajas. Esto se agrava con toda la basura que es desperdigada por los pobladores en las quebradas. Ante esta realidad, un grupo de personas asesoradas por el Proyecto Glaciares vio conveniente mejorar sus técnicas de riego y buscar la formalización de los usuarios de la cuenca.

Gabriel Toro vive en Obraje, en la parte baja de la cuenca. A él no le llega buena agua y tenía problemas con sus cultivos. “Me animé a cambiar mi forma de regar porque sentimos que el agua estaba disminuyendo, y la forma de riego ancestral, inundando todo, no resulta bien para los cultivos”, cuenta Toro, un beneficiado por CARE Perú con seis aspersores para sus campos. A tres kilómetros de distancia viven la señora Nemesia Villón y su esposo Roque Ramírez, una pareja que ha empezado a dedicarse a los cultivos orgánicos gracias al Proyecto Glaciares que también los equipó con aspersores, un biodigestor (contenedor cerrado en el que se depositan restos orgánicos para convertirlos en fertilizantes naturales) y asesoría técnica. Hoy se sorprenden con sus lechugas orgánicas. “Son del tamaño de una pelota de fútbol y muy ricas”, comenta esta pareja que contagia a sus vecinos. Crearon la Asociación de Productores Agropecuarios de Acopampa y con 10 familias más cultivan orgánicamente caigua, quinua, maíz, chía, vainita, ají, rocoto, lechuga y aguaymanto. Mejores productos con menos agua.

El riego tecnificado y un mejor tratamiento del suelo han permitido a los agricultores tener ocho cultivos distintos en una sola parcela.

“Con estas alternativas tienen un riego más uniforme, no arruinan sus suelos, controlan mejor sus plagas y lo mejor es que pueden diversificar los cultivos. Si tienes varios productos y viene una plaga que ataca a un campo, no destruirá todo y tendrás opciones”, afirma César Gonzales, Coordinador del Proyecto Glaciares en Áncash, que señala que otro punto importante es la formalización de los usuarios de la cuenca del Chucchún.

“Siento que vivo en un pueblo joven. En época seca no hay agua en los caños a partir de la una de la tarde. Tenemos que llenar todo con balde”, cuenta Augusto Durán, poblador de la ciudad de Carhuaz y miembro del Concejo de periodistas de esta ciudad, que pide urgentemente la formalización de la cuenca. “Solo así todos podremos disfrutar del agua, sin peleas y con justicia”, recalca el periodista, que señala que uno de los problemas de su ciudad natal fue su crecimiento poblacional desorganizado. De ser menos de cuatro mil personas en 1993, hoy son más de 11 mil.

En todo momento los geófonos están enviando reportes sobre la laguna.

La formalización significa obtener una licencia de uso y así ordenar a todos los usuarios del río Chucchún en comités para que organicen mejor los horarios de riego y la cantidad de agua que le corresponde a cada zona, con el asesoramiento de la Administración Local del Agua – ALA Huaraz.

Después de acampar en la Laguna 513 y encantarnos con el imponente nevado Hualcán, empezamos el descenso hacia la ciudad de Carhuaz. Nos alejábamos de los estallidos con la seguridad de que los esfuerzos que se están realizando van a tener resultados positivos. Todo está instalado, solo falta que los pobladores se pongan de acuerdo para asegurar sus vidas y que el agua empiece a dar más alegrías en este maravilloso rincón de la Cordillera de los Andes.  


Crónica escrita por Jack Lo –con fotografías de Enrique Cúneo– que forma parte de la serie Historias del Agua. Fue publicada por la Autoridad Nacional del Agua (ANA) en el 2014.

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Redaccion Apacheta

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