Por amor a la tierra

La vida de Mary Challco dio un vuelco el verano en que terminó de estudiar la Educación Primaria. Aquel mes de enero su madre, su abuela, sus hermanos y ella viajaron desde San Juan de Miraflores (Lima) hasta Curasco (provincia de Grau) para pasar las vacaciones en el lugar de nacimiento de sus progenitores. Y fueron unas semanas emocionantes en las que jugó y descubrió sus orígenes. Pero la estancia se alargó, su padre se les unió medio año después y la familia ya nunca regresó a la capital.

Adaptarse al nuevo entorno no fue un proceso fácil para esta limeña acostumbrada al asfalto. El pueblo era lindo, pero Mary se aburría en el colegio, donde no aprendía nada nuevo. “La calidad de la enseñanza era tan baja que básicamente me repetían lo que ya había estudiado en la ciudad. Y yo me molestaba, les decía a mis compañeros que tenían derecho a exigir más nivel y dedicación por parte de los profesores”, explica la que, a sus 26 años, era la regidora más joven de la Municipalidad Distrital de Curasco.

Una carrera política casi previsible, porque Mary siempre fue una lideresa nata que desde su adolescencia peleó para cambiar las cosas, ya fuera como policía escolar, como brigadier o como alcaldesa de su institución educativa. Y era mucho lo que quería transformar, porque nada de lo que le contaban sus maestros la motivaba. Hasta que en Educación para el Trabajo comenzaron a trabajar el primer biohuerto. Un punto de quiebre en su nueva vida en los Andes.

“Sentí que, por primera vez, aprendía cosas que en la capital no enseñaban. Había que cuidar las lechugas, las cebollas y ver con cariño como crecían los maicitos. ¡Me quedé sin palabras cuando vi que las zanahorias crecían bajo tierra! Yo hasta entonces solo las había visto en Lima, en el mercado, donde te las vendían bien limpitas”, cuenta con una sonrisa tímida. Esa cosecha fue la primera gran lección que Mary aprendió en Curasco.

A sus cortos 26 años, Mary experimentaba lo que era ser una de las políticas más jóvenes de su distrito.

El conocimiento del campo cambió para siempre su relación con la localidad y la estudiante se enamoró de la tierra que había visto nacer a sus padres y sus abuelos. “Acá hay sol, lluvia y estrellas. Hasta las malas hierbas dan vida”, dice. Por eso al terminar el colegio, gracias a una beca recibida por ser primer puesto en su sección, decidió postular a la Universidad Nacional Micaela Abastidas (UNAMBA), donde ingresó a la carrera de Administración. “Sentí que formar mi propia empresa sería bueno para la comunidad”.

Los años de estudiante en Abancay no la desvincularon de Curasco, donde siguió visitando la escuela para incentivar a sus alumnos a que continuaran con el proyecto de los biohuertos. Y al terminar la carrera regresó. Quería lograr el cambio. Y encontró el lugar desde donde hacerlo. Participó en una plancha política local y salió elegida regidora.

“Pensé que podría ser una buena plataforma para transformar la comunidad”, sostiene. “Y aunque no hay muchos políticos de mi edad nunca he sentido discriminación por ese motivo. Algunos me dicen que mi carrera política terminará cuando tenga un hijo. Pero yo no estoy de acuerdo. Creo que las dos cosas son compatibles”, asevera. Mary lo tiene claro. En 15 años se ve con vástagos y en la alcaldía de una Curasco respetuosa con su entorno.

Por eso se capacita continuamente y viaja a las diferentes comunidades del distrito, para conocer de primera mano las experiencias y las necesidades de los campesinos, especialmente de los más mayores. Tres son los focos de su hoja de ruta política: un proyecto de reforestación con pinos, la introducción en todas las chacras del sistema de riego por goteo y un plan de diversificación de los productos sembrados para garantizar la soberanía alimentaria de la población.

“Con el primero espero recuperar manantes, cosechar hongos y revertir la ausencia de árboles fruto de la tala indiscriminada; con el segundo que la población haga un uso más eficiente de un recurso tan escaso como es el agua; y con el tercero combatir los altos niveles de desnutrición”, precisa. “Mi política es fuertemente ambientalista, uno por mi amor a la tierra; y dos, por mi compromiso con la comunidad”. ■


Un texto escrito por Carolina Martín, con fotografías de Omar Lucas, que forma parte del libro Geo Juvenil Apurímac. Fue publicado por el MINAM en el año 2015.

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Redaccion Apacheta

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