Mejor papas que fideos

Grimaldo reivindica con orgullo que vive del cultivo de la papa nativa. Y levanta el tubérculo con la mano derecha, le da vueltas y sentencia: “Se ve pequeña, pero es grande; es el sustento de nuestro hogar”. Se refiere a Patán, la comunidad de la que con tan solo 30 años es presidente. Es una pequeña población de 2.200 habitantes ubicada en la parte media del río Colcacha, a unas dos horas por trocha de Haquira (provincia de Cotabambas, Apurímac), que vive de la agricultura y de una incipiente cría de alpacas.

No es su único cultivo. La papa comparte suelo con las habas, la quinua, el olluco, la cebada y la oca, aunque sí es el producto que más aprecia. Crecen tantas variedades que cada una tiene un uso específico: las más amargas son para la elaboración del chuño y la moraya, mientras que las más dulces, para su consumo directo; ya sean sancochadas o preparadas en diferentes platos. Y como ahora su chacra le rinde más, este campesino padre de dos niñas de 4 y 7 años, vende sus excedentes en los mercados dominicales de Haquira. También sabe que en Lima son productos cada vez más buscados. Eso le llena de orgullo.


En los últimos dos años Grimaldo Huamaní ha aumentado considerablemente su producción agrícola gracias a la puesta en práctica de lo aprendido en la Escuela de Promotores del Proyecto “Promoviendo el Manejo Sostenible de la Tierra en Apurímac” (MST-Apurímac), de la que es aplicado estudiante. En ella ha reforzado sus conocimientos sobre el campo porque, si bien en Patán nunca se han utilizado abonos químicos, ahora los fertilizantes que prepara son mejorados. “Con el humus y el biol hemos pasado de una a ocho cargas de papas; y el tamaño de lo producido es además bueno”, señala. Un conocimiento que, como promotor, ahora comparte con cinco vecinos más deseosos de tener una chacra como la suya.

Como presidente también está trabajando duro. Grimaldo pelea por el desarrollo de su comunidad. Y los avances son grandes. Asesorados por el MST-Apurímac, los 320 comuneros de la zona (más 110 colaboradores) se reúnen de forma mensual para elaborar, en coordinación con diferentes autoridades de Haquira, su Plan de Desarrollo Comunal, que incluye una buena carretera afirmada, un puesto de salud con su ambulancia, la construcción de aulas de primaria y secundaria, saneamiento básico (agua clorada que puedan consumir) y la continuación de la ya iniciada labor de forestación de sus cerros con pinos y especies nativas como queñuas, ccolles y quishuares. Una idea que cosechó tras la pasantía que hizo en Porcón (Cajamarca) con el apoyo de otro proyecto financiado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y apoyado por el Ministerio del Ambiente, conocido como el Programa Conjunto. En 2011 cubrieron 5 hectáreas. Este año quieren duplicar esa cifra. Grimaldo está muy contento. Dice que antes, en Patán, no conocían sus derechos ni cómo hacer trámites legales, y ahora siente que tiene las herramientas para luchar por su comunidad. “Nosotros queremos seguir viviendo del campo y disfrutar de nuestra agua limpia. Ésta es nuestra apuesta: la tierra”. Y reafirma lo que dice pisando con fuerza el suelo sobre el que está parado. ■


Crónica escrita por Carolina Martín –con fotografías de Antonio Escalante– que forma parte del libro Ecohéroes. Fue publicada por el MINAM en marzo del 2013.

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Redaccion Apacheta

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