Los hijos de la Mamacocha

El chamán acerca sus labios hacia el cocaquintu que sostiene con ambas manos y, entre susurros y palabras ininteligibles, le transmite su aliento; un soplo que, según él, lo conectará con los apus, los espíritus de las montañas que abrazan Ccocha Despensa, una comunidad campesina a 4.200 metros de altitud, en un lugar recóndito de la región Apurímac.

Kamaqchallayman, igualaykuway,

Kamaqchallayman, cabalaykuway… /1/

Las tres hojas de coca, escogidas con cuidado y devoción, puestas como un abanico abierto, apenas asoman entre los dedos de Hipólito Vargas que perpetua este rito ancestral andino: hoy es el cumpleaños de las papas nativas y todo el pueblo lo celebra.

Como cada 14 de agosto, cuando un ciclo agrícola termina y comienza el siguiente, cuando la tierra está abierta y receptiva a la ofrenda de los hombres, los campesinos trepan por la ladera de su cerro protector esperanzados de que la Pachamama les sea propicia, que les colme de alimentos para todo el año.

“Cuando era un niño mi abuelito me traía al Cerro Despensa para que aprendiera estas costumbres”, comenta Nico Serapio Mallma, mientras ayuda a Hipólito a organizar el pagapu en una unkuña antigua que ha extendido frente a la pequeña laguna que corona la cima. “Observaba todo lo que hacían de lejos. Muchos años después, yo tomé la posta”. Nico Serapio coloca, con delicadeza y precisión, los elementos que serán ofrendados: en la mitad derecha montoncitos de hojas de coca; en la izquierda y de manera simétrica pancas secas de maíz, perfectamente alineadas, que después cubrirá con harinas de trigo, maíz, quinua y otros granos andinos.

El nombre de esta comunidad, Despensa, no es fruto de la casualidad. En todo el distrito conocen de las habilidades de estos comuneros que suben a la montaña para determinar cuándo y cómo deberán sembrar sus campos. El oráculo, al borde de la laguna, consta de dos chullpas: construcciones de piedra circulares rematadas por un penacho de ichu y adobes, cuyo aspecto exterior es muy rudimentario; pero que protegen el tesoro más preciado: una selección de semillas de papa nativa, olluco, maíz y trigo que, aisladas del clima, tendrán 364 días para germinar y crecer en su oscuridad. El día 365, cuando Hipólito y Nico retiren las piedras que cierran la entrada, confirmarán si la fortuna les sonreirá. Si descubren papitas entre las raíces de las plantas significará que el año será exitoso; lo contrario será interpretado como una desgracia. Todos los miembros de la comunidad aguardan entre bailes y tragos el veredicto.

Hipólito enciende un cigarrillo como parte del ritual. A través del humo se contacta con los apus.

Pero incluso cuando éste sale negativo es la Virgen de la Ascensión quien les da una segunda oportunidad. Un día después, en una diminuta capilla de gruesos muros precolombinos, los andinos consultarán a su patrona sobre tan importante decisión agrícola. Antes de ingresar, Hipólito y Nico Serapio, descubrirán sus cabezas y se persignarán. Después se acercarán despacio hasta el precario altarcito-chacra de un metro cuadrado para observar con detenimiento y fe el crecimiento de las plantas que, desafiando la gravedad, han crecido buscando la poca luz que se filtra entre las rendijas de la maciza puerta de madera.

“Ese día vienen campesinos de lugares alejados como Antabamba, a más de medio día de camino. Se interesan porque este apu es muy poderoso”, comenta Timoteo Huachu. “Nosotros predecimos y ellos, a cambio, nos traen productos que aquí son difíciles de conseguir como azúcar, fideos o arroz”. El trueque sigue muy vigente en Ccocha Despensa.


Sin embargo, no todo en esta comunidad queda en manos del libre albedrío de los apus, de la antojadiza voluntad de la naturaleza, o de la fe católica.

Desde hace dos años estos agricultores tienen un plan B que invita a la esperanza porque comienza a dar buenos resultados. Con el apoyo del proyecto del Ministerio del Ambiente “Promoviendo el Manejo Sostenible de la Tierra en Apurímac” están aplicando técnicas modernas sin renunciar a sus conocimientos tradicionales y la productividad de sus cultivos ha mejorado significativamente.

Hace unos años la producción de papas apenas alcanzaban el medio kilo por planta; después de la asesoría, han conseguido duplicar su producción sin cansar la tierra. Este ‘milagro’ es atribuido, entre otras cosas, al sistema de labranza cero, conocido localmente como chuki, una técnica que se aplicaba desde siempre en los Andes, pero que, con las modificaciones introducidas por los técnicos del Proyecto, les está permitiendo salir de la pobreza.

“Abríamos el hueco, poníamos la semilla y la cubríamos solo con estiércol; pero los ingenieros nos demostraron cómo las lluvias arrastraban los nutrientes, perjudicando el crecimiento de las plantas”, confirma Hipólito.

Antes, cuando los campesinos notaban que las plantas amarilleaban, sabían por experiencia que estaban débiles y las revitalizaban a su manera; ahora, además, conocen que es por falta de nitrógeno y que se puede solucionar con biol, un abono foliar líquido que, gracias a las capacitaciones, han aprendido a preparar en sus casas.

Estas prácticas están produciendo una ola de optimismo en el pueblo. Timoteo augura que la próxima cosecha será abundante y cree que por fin tendrán excedentes para vender en los mercados locales.

Ccocha Despensa está a 4.200 metros de altitud. El espíritu de las montañas cuida a la comunidad.

El pagapu está a punto de terminar. Unas nubes grises y pesadas aparecen en el horizonte. La tormenta se hace presente mientras un viento frío escolta los pasos de Nico Serapio hasta una piedra lisa que hace las veces de altar. En sus manos lleva envueltas las hojas de coca, las harinas y las pancas de maíz que serán quemadas. Los cerros que bordean la laguna observan cómo enciende un cigarrillo, le da una profunda pitada y tras retener por unos segundos el humo, lo bota con intención de envolver la ofrenda.

…kikichallaysi chauchurichisaq,

Mallkichachina wayllacha ina,

Chiri wairapi, chauchirichisaq. /2/ ■

/1/ Lléname de abundante fuerza / Lléname de ánimo…

/2/ Yo solo, sin apoyo de nadie / me esforzaré para brotar / produciré como un árbol de yunsa abundantemente / en el crudo invierno haré producir frutos abundantes.


Crónica escrita por Xabier Díaz de Cerio, con fotografías de Antonio Escalante, que forma parte del libro Ecohéroes. Fue publicada por el Minam en marzo del 2013.

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Redaccion Apacheta

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