Lecciones a la orilla del lago

Amanece en una pequeña y coqueta isla flotante de la comunidad uro. Un sumo sacerdote dirige un quero con chicha hacia los primeros rayos de sol: “Señor creador del universo que has podido caminar sobre el agua sagrada del lago”, declama mirando hacia donde están Juan Carlos y Lucila –hoy Manco Capac y Mama Ocllo–. “En nombre del padre sol y de la madre luna entrego a tus hijos queridos la vara con la que fundarán un imperio”. Cada cinco de noviembre desde hace cincuenta años, escenifican la leyenda de Manco Capac y Mama Ocllo, aquella pareja que salió del Titicaca para buscar nuevas y fértiles tierras donde asentarse y enseñaron a los hombres la agricultura y el arte textil.

La tranquila Caminacoya despierta radiante junto a la laguna Arapa. Son las seis de la mañana en esta comunidad campesina de la provincia de Azángaro, el sol aparece tras los cerros y el aire perfuma todo de cedrón y hierbabuena. Los campesinos regresan a sus casas con manojos de ruda y toronjil.

En la posta de Chupa, los médicos y las enfermeras son expertos en resolver Sudokus. “Aquí los médicos no tienen chamba”, concluye sonriente el presidente de la Asociación de productores y procesadores ecológicos de hierbas aromáticas y medicinales, Cecilio Paredes, un sano agricultor de setenta años. “Nosotros nunca nos enfermamos”, sentencia Víctor Damián, su vecino de 68. “Si tenemos dolor de cabeza: toronjil”, receta Cecilio. ”Que notamos resfrío, un matecito de borraja blanca”, aconseja Víctor. En Caminacoya hay una hierba para cada mal y los campesinos viven de cultivarlas.

La Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno organiza la escenificación de la leyenda de Manco Capac y Mama Ocllo.

Sin embargo, una paradoja amenaza el paraíso: a pesar de vivir a orillas de la segunda laguna más extensa de Puno, no tienen agua suficiente para regar sus cultivos. La falta de dinero les impide bombear el agua de la laguna y los campos solo se riegan del famélico arroyo Ficani que desciende por la ladera. “Las lluvias ya nos visitan como antes y vivimos en la incertidumbre”, comenta Martín Ito.

Benita, a pesar de todo, es optimista. Todos los días recorre su ordenada chacra, hoz en mano, para cortar la ruda que manda al mercado de Juliaca. “El agua es el principal recurso que necesitamos para progresar. Con el agua las plantas crecen más rápido y sacamos más platita”.


Los adictos a la ruda son muchos, especialmente las hordas de mineros informales que trabajan cerca de Caminacoya, en el distrito de Ananea. Son muchos los que suben a las minas con un atadito de ruda para buscar el filón de su vida.

Es precisamente en las minas de oro de La Rinconada donde comienza un proceso de degradación. El río Ramis es uno de uno de los principales afluentes del Titicaca y arrastra los pasivos ambientales mineros que contaminan más de sesenta kilómetros a su paso. El mensaje de Manco Capac no caló en esta parte del altiplano.

Sin embargo, la mayor amenaza del lago son las aguas residuales de Puno y Juliaca que son arrojadas ahí sin tratamiento alguno. Según la Guía para la Educación Ambiental editada por el Proyecto Especial Binacional Lago Titicaca (PELT), más de un millón de litros de agua contaminada ingresan al lago por segundo.

Según la creencia popular, la ruda atrae a la buena suerte. Benita tiene la fortuna de venderla.

“En ambas ciudades existen lagunas de oxidación; pero estas se han quedado obsoletas”, comenta el ingeniero Miguel Enrique Fernández, director de la AAA Titicaca. La población juliaqueña se ha multiplicado por cinco en los últimos veinte años pero sus autoridades todavía no implementan una planta de depuración a la altura de las circunstancias. Algo similar sucede en la ciudad de Puno cuyos desagües son cañones de bacterias como la e-coli y coliformes fecales que disparan hacia la llamada bahía interior y generan graves problemas de salubridad.

La química Rocío Gómez, subdirectora de Gestión de la Calidad de los Recursos Hídricos de la AAA, cree que los resultados preliminares de las dos últimas evaluaciones del agua del Titicaca realizadas en marzo y noviembre de 2014 invitan al optimismo.

Los técnicos han recogido más de mil muestras de agua en setenta y tres puntos que ayudarán a tener una radiografía más exacta del Titicaca en términos de acidez, temperatura o trasparencia. Más de quinientos litros, una pequeña porción del lago más mítico de los Andes, están siendo ahora mismo analizados en un laboratorio acreditado por Indecopi.


Disponer de verduras y hortalizas frescas a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar es un lujo. Ir hasta el mercado más cercano, el de Ilave, es emprender un viaje largo de más de tres horas. Sin embargo, esta pequeña y rústica construcción de piedra de seis por cuatro metros esconde un tesoro. Dos plantas de tomate desafían la lógica de la altitud en un invernadero de Achata, provincia de Juli

“Siempre quise cultivar mis propios tomates”, comenta orgulloso Ismael Anchapore Choque, de cuarenta y nueve años. “Ya solo quiero consumir los productos naturales que cultivo”, sentencia. “Los del mercado, además de caros están contaminados”.

Emiliano Pacompía y su esposa Junicia apuestan por el turismo vivencial y la artesanía textil.

Para lograrlo Ismael ha diseñado un ingenioso sistema de riego por aspersión que le permite utilizar el recurso de manera más eficiente: el agua que llega por la tubería sale a través de unas botellas de plástico perforadas por decenas de huecos. Parece lluvia que humedece la tierra lo estrictamente necesario. “El agua es nuestra vida”, comenta este emprendedor. “Sin ésta nuestras plantitas se morirían; y sin plantitas, nosotros también”. En tres meses Ismael saboreará su primera ensalada.


Mama Ocllo enseñó a tejer a las mujeres del altiplano; pero Emiliano Pacompía tuvo que aprender solo. Desde joven supo plasmar las flores y aves del lago en expresivos diseños. Gracias a las unkuñas y frasadas que tejió pudo sacar adelante a su familia. Ahora sus hijas son profesionales y él, junto a su esposa Junicia, reciben turistas en su casa y organizan vistas al Titicaca.

“Este tipo de emprendimientos tiene mucho futuro porque está comenzando a llegar un turismo que busca lo auténtico”, señala Nieves Quispe, subgerente de turismo, cultura y desarrollo artesanal de la municipalidad distrital de Capachica. “Si no viviéramos tan cerca del lago el desarrollo de la península sería mucho más lento. Definitivamente dinamiza nuestra actividad económica. Un lago contaminado nunca atraería a los turistas”.

Sentado frente al lago la imaginación de Emilio echa a volar: “Hay veces que veo su superficie como un gran telar donde las olas producidas por el viento forman los diseños que luego tejo”. Un significativo silencio. “Nos inspira y nos sana. Para las personas que conocemos, el lago sana”.


El niño Gerardo tiene 12 años. También tiene la mano y el pie derechos encogidos y no sabe por qué. Su papá, que es curandero de tierra, le pide caminar por la orilla del lago y el niño Gerardo obedece. En sus largos paseos por la playa Chifrón habla con el viento y con el agua; recibe la energía del sol. Después de unas semanas el niño Gerardo se cura y, al crecer, su alma agradecida decide devolver tanta bondad consagrando su vida a la Mamaqocha.

Entre los isleños existe la costumbre de hacer pagos al agua. No conciben su vida sin la presencia de la Mamaqocha.

El viejo Gerardo tiene 47 años, está divorciado, tiene dos hijas adolescentes y sus miembros apenas muestran secuelas de la antigua enfermedad. “El lago es una madre que transformó mi vida”, dice pausadamente mientras ordena sobre la arena los elementos con los que oficiará un inminente pago al agua. Ha creado una asociación de turismo místico y solidario para revalorar y conservar los saberes populares mediante rituales que conecten a los hombres con la naturaleza.

“El agua es importante porque nos da alimentos y la energía necesaria para lograr nuestra paz interior”, dice Gerardo mientras arroja pétalos de gerarios, rosas y cantutas sobre el agua cristalina que baña la playa Chifrón.

“Algunos puneños estamos preocupados por la salud del lago” comenta el chamán. “La contaminación lo está cambiando todo: el aumento de la temperatura, la enfermedad de los peces, la aparición de avecillas nunca vistas antes en el lago… el cambio climático nos genera incertidumbre”. Por eso pido inteligencia para que se produzca un cambio interno en cada uno de nosotros. El mensaje de Manco Capac y Mama Ocllo debería ser escuchado con más atención por los hombres y mujeres del siglo XXI”. Y Gerardo concluye: “Es ecológico, inspirador y sigue estando completamente vigente”.


Crónica escrita por Xabier Díaz de Cerio –con fotografías de Enrique Castro-Mendívil– que forma parte de la serie Historias del Agua. Fue publicada por la Autoridad Nacional del Agua (ANA) en el 2014.

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Redaccion Apacheta

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