La pequeña gran agricultura familiar

La agricultura de pequeño formato es una gran alternativa para impulsar la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible y erradicar la pobreza. El 81% de los productores del país son pequeños agricultores que poseen unidades agropecuarias de menos de cinco hectáreas. La agricultura es la fuente principal de ingresos para un tercio de los hogares peruanos, según el IV Censo Nacional Agropecuario 2012.

De Norte a Sur y de Este a Oeste, el Perú está sembrado de pequeñas chacras familiares que abastecen de miles de productos a los coloridos mercados locales y garantizan la seguridad alimentaria del país. Los ecosistemas andinos son la gran fuente de salud nutricional: sus laderas y valles concentran el 64% de la producción nacional y los productos nativos, como los tubérculos y granos andinos, todavía ganan la batalla por liderar estos espacios.


Uno de esos ejemplos de la importancia de la agricultura familiar, es el caso de Bertha Vargas, quien aprendió a amar las chacras que de joven evitaba pisar. Antes prefería ir al mercado a comprar sus frutas y verduras; pero ahora se siente otra mujer. Va al mercado a vender los excedentes que produce su tierra y de esta manera dispone de recursos para la educación de sus dos hijas. Ahorra dinero y la chacra no se empobrece.

A continuación, compartimos siete poderosas razones para trabajar en familia esta actividad tradicional desde las voces de sus protagonistas:

1. Garantiza la alimentación y nutrición

“En el campo hay muchas limitaciones y se sufre mucho, pero no hay como vivir acá: uno puede encontrar de todo en el campo y en el río. Es como tener un mercado abierto las 24 horas del día. Un mercado con productos frescos. Dime, ¿quién puede darse ese lujo?”. Simón Purizaca, Chutuque (Piura)

“En los últimos años hemos introducido pequeñas modificaciones en nuestra manera tradicional de trabajar la tierra que están generado un mejor rendimiento. Con los adelantos técnicos y científicos hemos logrado duplicar nuestra producción de papas sin cansar por ello la tierra. Ahora podemos controlar nuestro futuro”. Nico Serapio Mallma, Cocha Despensa (Apurímac)

2. Mejora y mantiene la salud

“Promovemos el cultivo ecológico y la producción orgánica y ecológica. La quinua cumple estos requisitos: es un alimento bendito. Podría salvar al mundo de la desnutrición”. Daniel Martínez (Centro de Promoción de Cultivos Andinos, ONG SETEM)

“Todo lo que necesito lo tengo aquí. Sale directo de la chacra a la olla. No hay nada mejor que consumir lo que uno produce. Sabe mucho mejor. Todo lo que hay aquí crece sin químicos. Yo quiero saber más sobre el cultivo de la tierra para que mis hijos puedan comer mejor, crezcan sanos, estudien y regresen acá para contribuir al desarrollo de la comunidad”. Griselda Letona, Acpitán (Apurímac)

3. Favorece la cohesión social

“Al principio no entendíamos nada sobre las asociaciones ni sabíamos cómo llenar los formularios en registros públicos. Sin embargo, superamos el miedo inicial y ahora tenemos un pequeño patrimonio. Ahora soñamos con terminar nuestro local comunal, completar nuestra miniplanta de procesamiento de miel y algarrobina y con mejorar la calidad de vida para que nuestros hijos tengan un futuro sostenible en la tierra donde han nacido”. Nestor Mayanga, Piedra Mora (Lambayeque)

“La asociación Qhachun Waqachi nos ha traído muchos beneficios a los ocho miembros. Ahora que estamos apuntados en los registros públicos y que tenemos papeles hemos conseguido mejores contratos. Antes, cuando usábamos químicos nos pagaban a tres soles la arroba de papas, ahora que hemos comenzado a trabajar agroecológicamente la tierra, nos han llegado a pagar hasta doce soles”. Cristóbal Mio, Yuricanchis (Apurímac)

4. Preserva los saberes ancestrales    

“Nosotros no hemos inventado nada, simplemente hemos retomado la tecnología ancestral desarrollada por las culturas Wari e Inca; la estamos replicando, pero modificándola alguito. Edgar Capcha, Quilkatapampa (Ayacucho)

“Estoy recuperando el uso de determinadas plantas como repelentes naturales. La muña, el eucalipto o el molle hacen que los insectos sientan su fuerte olor y se retiren de las colcas donde almacenamos las cosechas. Para mí la clave está en rescatar los saberes ancestrales, todos esos conocimientos que tenían nuestros abuelitos y que se están perdiendo, y combinarlos con las técnicas científicas”. Eugenio Paúcar, San Antonio (Apurímac)

5. Mantiene la cultura viva   

“Queremos incentivar a nuestros hijos el amor por nuestros productos para que los sigan cultivando, así como nosotros continuamos con el trabajo de nuestros ancestros. Queremos transmitir la cultura a nuestros nietos para que no se pierda”. Yoni Flores Durán, Melgar (Puno)

“La chacra es nuestra madre y consideramos al maíz como un hermano pequeño o un hijo al que tenemos que cuidar. Si no sembráramos maíz es como si no estuviéramos vivos y por eso durante la cosecha todo se llena de una alegría especial que nos hace bailar hasta durmiendo”. Raimundo Huamaní, Andamarca (Ayacucho)

6. Conserva y protege el medio ambiente     

“Los bosques lo son todo. Comparten con nosotros de forma generosa sus recursos. Deberíamos seguir su ejemplo y hacer lo mismo con nuestros conocimientos. De nada sirve acumular todo lo que sabemos y quedárnoslo para nosotros mismos. Debemos compartirlo para lograr el cambio que buscamos”. Abel García, Andahuaylas (Apurímac)

“A veces uno siente que estamos en la lucha de David contra Goliat. Los jóvenes vemos los problemas como oportunidades. Quizá no podamos cambiar el mundo, pero sí nuestro entorno”. Ángela Peralta, Abancay (Apurímac)

7. Genera ingresos y oportunidades de empleo        

“La crianza de alpacas permite la sobrevivencia de al menos 190.000 quechuas y aimaras de diversas zonas de Puno. Si mejoramos genéticamente la especie la calidad de la fibra será superior y lograremos mejores ingresos que nos permitan invertir en la salud y la educación de nuestros hijos”. Santiago Enríquez, Nuñoa (Puno)

“Estamos intentando enfrentar la falta de educación del consumidor nacional que no está dispuesto a pagar más por un producto clasificado como “orgánico” por muchas certificaciones que tenga éste. Se desconoce el trabajo que hay detrás de cada frasco de miel y no sabe, por ejemplo, lo costoso que es que una certificadora internacional apruebe, una por una, cada etapa del proceso de cosecha y producción. Pero poco a poco lo estamos logrando, aunque todavía nos faltan las estrategias para llegar al consumidor”. Adán Odar, El Porvenir (Lambayeque). ■


Extracto del guion elaborado por Fábrica de Ideas, que forma parte de la exposición “Agrobiodiversidad peruana” en el Gran Mercado de Mistura. Fue presentada por el MINAM en el 2014.

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Redaccion Apacheta

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