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El vivero no es ni muy grande ni muy pequeño. Está en una pendiente de la montaña, de forma escalonada, con pinos y cipreses a un lado para proteger los plantones de las heladas, y el paisaje montañoso al otro. Si se mira hacia allí es fácil suponer que Cajas y los otros caseríos del centro poblado menor de Choco, en la provincia de Morropón, en Piura, están a varios miles de metros sobre el nivel del mar.
Walter Huamán, de 39 años, su esposa Herlinda García, de 32, y sus cinco hijos, viven junto a este vivero. Él es el presidente del Comité de Reforestación, desde que le eligió la comunidad hace cuatro años. Como el resto de hombres de la zona viste un poncho largo —el suyo es azul acero, el color más común—, que cubre todo su cuerpo, casi hasta sus tobillos. Lleva una gorra de béisbol, también azul.
Walter había escuchado hablar alguna vez del cambio climático. Fue por la radio, porque en Cajas no hay televisión. “La tierra se está calentando mucho. Todo eso se escuchaba en las noticias”, dice. Y hablaba de ello con otros comuneros. “Sí, sí, eso ya se conversaba. Y la ONG esta nos apoyó’.”
Walter se refiere a la Cooperativa Agraria Norandino y a Progreso, una organización no gubernamental de desarrollo. Su proyecto se puso en marcha en 2010, y consistía en reforestar 213 hectáreas durante varios años en los caseríos de Cajas, Choco, Alto Mayo, Confesionarios, Chontalí, Las Huacas, Santa Cruz, Alto Huancabamba, Huambiche, y Sargento Lorenz, todos en la cabecera de la cuenca Bigote. Las beneficiarias serían 350 familias. Con esta iniciativa se mitigarían algunos efectos locales del cambio climático. ■
Fragmento de una crónica escrita por Raúl M. Riebenbauer –con fotografías de Antonio Escalante– que forma parte del libro Lecciones de la tierra. Fue publicada por el MINAM y la COSUDE en agosto del 2015.