El ancestro del agua

[ESTA HISTORIA ESTÁ BASADA EN EL CUENTO POPULAR “LA LAGUNA DE QOYLLURQUI”]

Eran tiempos de sequía en los Andes. El agua ya no caía cantarina por los cauces de los ríos y los más ancianos de Qoyllurqui creían que su laguna los había olvidado. La tierra, afiebrada, pedía a gritos un poco de agua para saciar su sed y la de los hijos de los agricultores, cuyas bocas parecían cavernas vacías y secas.

–¡Hemos desconocido a nuestros dioses! ¡La culpa la tenemos nosotros! –se quejaban los ancianos, lamentándose por no haber sabido cuidar la memoria de su comunidad.

Fue entonces cuando decidieron enviar a la montaña al hombre más generoso de la comunidad, quien tendría que encontrar un cántaro escondido en algún lugar de la laguna, recoger su agua y verterla sobre una piedra a las afueras del pueblo. Si lo lograba, la sequía se detendría.

Durante el camino hacia la montaña, el hombre generoso se alimentó de la fuerza de la tierra y absorbió el valor de su comunidad. Ya al llegar a la laguna, con una voz suave le suplicó:

–Respetada laguna de Qoyllurqui, desde lo más profundo de mi corazón he venido a suplicar por tu agua para seguir vivo y saciar la sed de mis descendientes. Si lo haces, en nombre de mi pueblo me comprometeré a criar el agua para siempre.

La laguna se conmovió tanto con las palabras del hombre generoso que hizo brotar el agua con suma fuerza. Además, recompensó al hombre generoso con una misteriosa mujer, casi azul, que emergió de sus aguas cantando:

Sembrando me paso la vida,
agüita mantay,
sembrando, siempre sembrando.
No te me vayas, que te he de criar.

Qué lindas bajan tus aguas,
agüita mantay,
cubriendo el monte de verde.
No te me vayas, que te he de criar.

La mujer siguió entonando la canción hasta que una nube hermosa y tranquila, como una madre, se posó sobre el pueblo y provocó una lluvia fértil e intensa. Esa noche fue especial para Qoyllurqui y hubo crianza de agua en toda la comunidad.

Varias lunas nuevas pasaron, y el hombre generoso y la mujer casi azul tuvieron un niño sano y despierto al que llamaron Unu Mallki que, en la lengua de los Andes, significa “el antepasado del agua”. Ya desde el vientre protector de la madre, Unu Mallki estuvo destinado a lograr grandes cosas. El niño recibió el inmenso amor de la comunidad y fueron sus padres quienes le mostraron la importancia del uyway:

–Querido Unu Mallki, tienes que saber algo muy importante para la vida: si yo te crío a ti es porque tú me crías a mí –le explicó con paciencia y respeto la mujer casi azul.

“Si yo crío al sol es porque el sol me cría; si crío las lágrimas de mi pueblo, es porque de ellas aprendo; y si crío sus fantásticas sonrisas es porque las valoro como agua pura”.

Fue así como Unu Mallki fue educado en el principio de la crianza recíproca, en el cuidado de la vida y el agua, especialmente.

Sin embargo, mientras Unu Mallki crecía, la tierra se iba secando y haciéndose estéril; las plantas perdían sus colores, parecían dormidas. Ese letargo provocó la tristeza de hombres y mujeres, quienes veían cómo su alimento y la vida desaparecía sin explicación.

Unu Mallki, convertido ahora en un joven fuerte y valiente, decidió honrar la memoria de sus padres y recorrer los Andes, de pueblo en pueblo, para enseñar el arte de sembrar y cosechar el agua a todas las personas que quisieran escucharlo.

–¡Sembrar el agua! –cuestionaban asombrados los campesinos cuando lo oían.

“Sembrar … sembramos las papitas, la quinua… ¿cómo vamos a sembrar el agua?”.

Pero Unu Mallki les enseñó a combatir la sequía construyendo pequeñas cochas rústicas en lo alto de las montañas y les prometió que los reservorios infiltrarían la lluvia en las entrañas de éstas. Con el paso de los meses, el agua alimentaría nuevamente los manantiales.

Fue así como el primogénito del hombre generoso y la mujer casi azul se convirtió en el primer yachachiq de los Andes, que es como en quechua son llamadas las personas que comparten lo aprendido con los demás. Él fertilizó las mentes de los campesinos y ellos, agradecidos, convirtieron sus lecciones en leyendas memorables. Tiempo después, estos relatos tomaron forma de nubes y, empujadas por los vientos fríos del Pacífico, buscaron dónde soltar su lluvia y su sabiduría.


Muchos siglos después de Unu Mallki, los nuevos yachachiq siguen cultivando con pasión su legado. Algunos cuentan que el espíritu del joven todavía habita en las cumbres protegido por las aves más sagradas de la Tierra, y que cuando los elegantes cóndores planean sobre las nuevas lagunas, no solo contemplan su estilizado reflejo, sino que observan con aprobación las obras de los yachachiq para la crianza del agua.

Los yachachiq tienen una conexión especial con la naturaleza, y comparten sus saberes con otros campesinos en una suerte de “efecto dominó” del conocimiento.

Desde el cielo, aquellas aves serenas deben distinguir la figura de Silverio –el hombre que mira al cielo– leyendo las estrellas y prediciendo el clima; o la de Eleuterio, el maestro de los bofedales, quien controla la caída del agua de a poquitos; la de Brígida y sus sembríos de heno; o la de Teodoro, el entrañable constructor de cochas.

Aquella naturaleza perfecta es la herencia de Unu Mallki que hoy nuevos yachachiq siguen sembrando y cosechando en las alturas de nuestro mundo. ■


Esta adaptación del cuento popular “La laguna de Qoyllurqui” fue escrita por Illa Liendo, Tania Castro, Xabier Díaz de Cerio, y editada por Piero Peirano. En diciembre del 2017 fue interpretada por la narradora de cuentos Tania Castro, acompañada de la soprano andina Sonia Ccahuana, durante el evento de cierre del Programa de Adaptación al Cambio Climático, perteneciente a la COSUDE, en Abancay y Cusco. Fotografías de Enrique Castro-Mendívil.

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Redaccion Apacheta

3 comentarios

  1. Los felicito por los textos tan profundos de amor y valoración de la naturaleza que vienen difundiendo.
    Al recorrer las líneas no solo aprendo una nueva historia ,sino también me motiva a una profunda reflexión.
    Estoy segura que estas narraciones serán del agrado de mis estudiantes, con quienes las compartiré durante el año escolar; ya que no solo les permitirá gozar de una lectura agradable sino también desarrollará en ellos un mayor grado de respeto hacia la naturaleza.

    • Estimada Margarita, al equipo de Apacheta nos llega de alegría que los contenidos del proyecto puedan servir para estimular el espíritu crítico de los más jóvenes y que los textos, fotografías e infografías ambientales que aquí presentamos encuentren un lugar en las aulas escolares. Gracias por ayudarnos a impulsar la acción climática del Perú.

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