Alimentos con sabor a futuro

La invitación está abierta: podemos elegir productos nativos e incluirlos en nuestras mesas. Nuestro ejemplo a seguir es la dieta sana y variada de los antiguos peruanos: consumamos el tarwi, la arracacha, la papa nativa o el camote, que hoy llenan de vida a los mercados de barrios y pueblos. Al comer peruano estaremos mejorando nuestra alimentación y, al mismo tiempo, asegurando la diversidad de nuestros cultivos ancestrales que además de nutrirnos con deliciosos sabores, tienen el potencial de adaptarse los riesgos derivados del cambio climático.

Recuperemos las tradiciones de nuestros antiguos como una forma de asentar nuestra cultura y fortalecer nuestra identidad nacional. A continuación presentamos diez alimentos que marcarán nuestro futuro:

Algarrobo (Prosopis pallida)
Costa norte. 11,000 a. C. – Región y fecha más antigua de consumo en el Perú.
Es un árbol extremadamente productivo que aprovecha la humedad ambiental y enverdece al desierto. En la época prehispánica sus semillas eran consumidas frescas o tostadas. Puede ser preparado como una dulce mazamorra o como jarabe de algarrobina, un poderoso reconstituyente. Tiene un alto contenido en carbohidratos y proteínas además de vitaminas B, C y potasio.

Arracacha (Arracacia xanthorrhiza)
Costa central. 3,000 a. C.
Esta raíz andina compartió importancia con el maíz en el Perú antiguo. Contiene tres veces más calcio que la papa. La arracacha se usa como ingrediente de sabrosos picantes, locros y chupes. Una vez deshidratada, puede ser almacenada hasta por 7 años.

Camote (Ipomoea batatas)
Costa y sierra. 7,000 a. C.
En el Perú está tan arraigado, que la palabra camote es sinónimo de cariño. Es uno de los alimentos con más futuro por su eficiencia: crece en suelos pobres, tiene pocos enemigos naturales y se adapta desde el nivel del mar hasta los 2,500 msnm. Tiene una alta proporción de carbohidratos, carotenos y fibra.

Cañihua (Chenopodium pallidicaule)
Sierra 1,200 a. C.
Las pequeñas pero fuertes plantas de cañihua crecen a partir de los 3,800 de altitud en el atliplano. Sin necesidad de cuidados especiales ni mucha agua,este cereal andino soporta las bajas temperaturas y heladas. Sus granos son ricos en proteínas y antioxidantes. La harina de cañihua puede multiplicar los valores natricionales de sopas, bebidas y papillas para niños pequeños.

Frejol (Phaseolus vulgaris)
Sierra central 8,500 a. C.
Los antiguos peruanos lo cultivaban junto al maíz y el zapallo para potenciar las propiedades nutricionales de los cultivos y mejorar los suelos. Presente en prácticamente todos los pisos ecológicos en el Perú, el frejol es una fuente importante de proteínas, vitaminas y minerales. Si se combina adecuadamente con cereales , puede ser un sustituto natural de la carne.

Maca (Lepidium meyenii)
Costa y sierra en el año 9,000 a. C.
Crece a más de 4,000 msnm, en condiciones que muy pocas plantas soportan. La maca hoy sorprende al mundo por su propiedades nutritivas, energetizantes, antienvejecimiento y su capacidad de proteger a la piel de los rayos solares UV. Para beneficiarse de su magia, esta raíz puede consumirse deshidratada o fresca.

Maní (Arachis hypogaea)
Costa norte. 8,000 a. C.
Chiquito pero muy nutritivo, el maní tiene un altísimo contenido de proteínas y grasas saludables. . Fue muy importante en la dieta de los antiguos peruanos.Destaca su contenido en fósforo, magnesio y de vitaminas (E y K). En la selva es el ingrediente principal del sabroso inchicapi, en la sierra de la salsa ocopa y en la costa, le da carácter a la carapulcra.

Papa (Solanum tuberosum, Solanum spp.)
Altiplano sur. 7,000 a. C.
Considerada como el “tesoro enterrado” , la papa domesticada en el Ande aporta la mayor cantidad de calorías en la alimentación del Planeta. La eficiente planta de la papa aprovecha cada gota de agua que recibe. En comparación, por cada litro de agua produce más del doble de calorías que el arroz al momento del consumo. Entre las más de 3,500 variedades de papas nativas que posee el Perú, que correponden a 8 especies cultivadas, tenemos algunas especialmente resistentes a las heladas y sequías que se intensificarán con el cambio climático. Hay variedades adaptadas para cada suelo y clima, y para cada plato y gusto del consumidor.

Tarwi o chocho (Lupinus mutabilis Swett)
Sierra central. 650 d. C.
El tarwi está preparado para el futuro: alimenta y es a prueba de sequías, plagas y heladas. Excepcionalmente nutritivo por su alto contenido de proteínas y aceite, pocos saben que este grano tiene más proteínas y fibras que la soya. Esta leguminosa andina convierte terrenos pobres para la agricultura en tierras ricas, alimentando los suelos con nitrógeno.

Quinua (Chenopodium quinoa)
Altiplano sur. 6,500 a. C.
Considerado como uno de los cultivos más resistentes al cambio climático, la quinua soporta el estrés hídrico y tiene una gran adaptabilidad de climas. Crece con fuerza desde el nivel del mar hasta el corazón de la sierra. Los diminutos granos encierran todos los aminoácidos esenciales, por lo se considera un alimento casi completo. Es particularmente rica en lisina, esencial para el desarrollo del cerebro. Sus hojas tienen tanto valor alimenticio como sus granos. ■


Extracto del guion elaborado por Fábrica de Ideas, que forma parte de la exposición “Agrobiodiversidad peruana” en el Gran Mercado de Mistura. Fue presentada por el MINAM en el 2014. Fotografía: ©PRODERN.

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Redaccion Apacheta

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