Sin pinos no hay paraíso

Sentado en medio del inmenso bosque de pinos Roberto Carlos García, regidor de la Municipalidad de Haquira (provincia de Cotabambas), observa la localidad. Desde lo alto del cerro sus casas y sus iglesias coloniales, construidas con piedra sillar, se ven muy pequeñas; y el peñón donde está excavada la Q’aqa Cárcel, tribunal y mazmorras de la Santa Inquisición, apenas se distingue. El joven político respira profundo y siente el intenso aroma que desprenden los árboles. Está en medio de la que espera sea una importante fuente de ingresos para el distrito en unos ocho años. Los árboles tienen que tener al menos una década de vida antes de poder talarse. Y este vivero apenas tiene dos. Así que solo queda esperar y cuidarlos para que produzcan la mejor madera.

El plan suena perfecto y las cifras son más que esperanzadoras. Desde 2010 y hasta finales de 2014 la Municipalidad habrá plantado más de un millón de árboles en 5 barrios de Haquira, 7 centros poblados, 12 comunidades campesinas y 49 comunidades anexas; casi todos ellos pinos, pero también queñuas y diferentes tipos de frutales, como durazneros, perales y manzanos. El ambicioso proyecto pretende ser una réplica de Granja Porcón (Cajamarca), lugar al que Roberto Carlos, de 36 años, viajó junto con el resto de regidores para capacitarse y aprender de su exitosa experiencia, que integra la forestación, con la agricultura y la ganadería. Toda una inspiración para este distrito de los Andes centrales situado a 3671 m.s.n.m. Pero tiene un pequeño fallo que el equipo del alcalde ya está viendo cómo solucionar.

El Plan de Forestación Municipal trabaja por el desarrollo del pueblo únicamente desde la perspectiva de los adultos. Pero se olvida de las nuevas generaciones, de los jóvenes y adolescentes que son el futuro de la comunidad. Estos son vistos como la fuerza – durante el festival Sacha Raymi Tarpy (“Plantemos un árbol”), en el marco del cual se instaló el vivero desde el que habla Roberto Carlos, ellos fueron los encargados de subir los plantones hasta el lugar – pero no como un grupo de personas con nuevas ideas que aportar.

Un error que reconoce el propio regidor y que le duele especialmente, pues él mismo inició su camino en la política cuando apenas había terminado el colegio y sabe mejor que nadie lo difícil que es hacerse escuchar por los adultos cuando uno tiene pocos años. “Procedo de una familia pobre en la que nos tuvimos que educar nosotros mismos. Y cuando muy joven me hice dirigente, no fueron pocos los choques con los mayores a la hora de opinar, pues nos decían que no teníamos experiencia”, recuerda este político impulsor de la Junta Directora para la Gestión del Agua del distrito, creada recientemente con el apoyo de la ANA (Autoridad Nacional del Agua).

Como de sabios es rectificar, la Municipalidad Distrital ya ha elaborado un proyecto “que busca ser un semillero de líderes juveniles cuyas opiniones cuenten en la toma de todas aquellas decisiones que atañen al futuro de Haquira”, anuncia este regidor que también se desempeña, ad honorem, como Secretario del Consejo Menor de Patán, comunidad campesina en la que reside. Se trata de la Red Municipal Joven y pretende integrar en menos de un año a los once colegios de Educación Secundaria del distrito. De momento ya hay conversaciones avanzadas con al menos cuatro de ellos, que se han mostrado muy interesados con la iniciativa. Pero aún existe un importante punto débil. “Tenemos que buscar el presupuesto para poder hacerlo y que sea sostenible”, acota Roberto Carlos. Un escollo que los alumnos y alumnas de las instituciones educativas implicadas esperan sea pronto superado. Es mucho lo que tienen que decir y solo esperan que las autoridades locales les den la oportunidad de ser realmente escuchados. ■


Un texto escrito por Carolina Martín, con fotografías de Omar Lucas, que forma parte del libro Geo Juvenil Apurímac. Fue publicado por el MINAM en el año 2015.

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Redaccion Apacheta

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