El futuro se construye en femenino

“El agua dulce es el bien más preciado que tiene la región y, lamentablemente, su escasez, debido al cambio climático y a la pérdida de nuestros nevados, será aún mayor en el futuro. Toda la comunidad tiene la obligación de poner de su parte para preservarla”. Con estas palabras, el rector de la Universidad Católica Santa María, el doctor Alberto Briceño, cerró el acto de juramentación de los nueve integrantes del Consejo de Recursos Hídricos de la Cuenca Quilca Chili para el período 2018-2020. La ingeniera civil Ángela Benavente, quien estaba presente en el auditorio Miguel Grau, recuerda que todas las personas aplaudieron de pie esa intervención. Ella también. Ángela Benavente, como representante saliente de los usuarios agrarios en el Consejo de Recursos Hídricos, había acudido al acto para entregar la posta. “Formar parte de este Consejo de Recursos Hídricos fue una experiencia increíble porque pude estudiar en profundidad los temas relacionados con el agua durante un año”, dice la también agricultora y actual presidenta de la Junta de Usuarios Río Yura, de la región Arequipa.

Ángela ha pasado toda su vida entre piedras –su familia tiene un negocio de extracción y comercialización de lajas– y, desde hace dos años, intenta cambiar la deficiente gestión de su Junta: “Es hora de que hagamos las cosas democráticamente. Los dirigentes anteriores se encerraban en un cuartito y se elegían a dedo; y cuando pasaba su tiempo no abandonaban el cargo”.

Ángela, que siempre se interesó por la política, es de esas jóvenes que piensa en hacer y dar el ejemplo antes que en criticar. Por eso se presentó a las elecciones, a pesar de que la mayoría de usuarios de su Junta eran hombres mayores de cincuenta años que, en teoría, nunca votarían por una chica de 22 años. “Mi campaña fue muy honesta y se basó en resaltar las oportunidades que perdíamos por no modernizar nuestro campo. Les ofrecí una esperanza”.

Lo primero que hizo cuando asumió el cargo fue subirse a una motocicleta y remontar el cauce seco de un canal en reparación porque quería evaluar personalmente el problema. “Nunca había visto a un presidente hacer algo parecido”, recuerda con admiración Joseph Chalco, el actual gerente de operaciones de la Junta de Usuarios Río Yura.

“Nuestros canales tienen más de 40 años y están a punto de colapsar. Necesitamos cambiar nuestras prioridades e impulsar obras que aseguren la provisión futura de agua”, explica Ángela. Por esa razón, tiene en mente el proyecto de la represa Casa Blanca, un sueño que espera concretar durante su actual gestión. Aunque por su dimensión el proyecto excede las atribuciones de su junta de usuarios, ha firmado diversos acuerdos con el Gobierno Regional y la Autoridad Nacional del Agua y ya se están desarrollando los estudios técnicos definitivos. “Nuestra Junta es una pieza más del rompecabezas. Nuestros problemas no son únicos y solucionarlos dependerá de la articulación entre todos”, afirma con certeza la joven presidenta.


“Las mujeres poseen una vasta experiencia en la planificación y organización de la economía, así como en optimizar el uso del agua para abastecer, distribuir y atender todas las necesidades familiares, sociales o agrícolas”, explica Laura Silva Rojas, Directora de la Dirección de Organizaciones de Usuarios del Agua (DOUA) de la ANA. “Sin embargo, estos conocimientos generados, fruto de una relación cotidiana y permanente con el agua, no están siendo reconocidos ni valorados por las organizaciones de usuarios del agua”.

Por ello, la ANA quiere recuperar estas experiencias y conocimientos, así como reconocer los intereses y necesidades de hombres y mujeres1 en las organizaciones de usuarios de agua, para juntos potenciarlos en la gestión del recurso hídrico.

Mari Cervantes, agricultora y vicepresidenta de Aproagro.

En ese camino, las mujeres arequipeñas han asumido el liderazgo formando parte de las diferentes instancias donde se ejerce la gobernanza del agua: “Estamos haciendo agricultura en el desierto y eso es admirable”, reconoce Mari Cervantes, una emprendedora que conoce lo que es luchar en el ‘tablazo’ desde hace treinta años. Como ella, son muchas las mujeres que con su trabajo y empuje han contribuido con la consolidación de este oasis lleno de oportunidades.


En la localidad de Santa Rita de Siguas comparten el problema de la cantidad de agua, aunque por exceso y no por déficit. Según la agricultora y dirigente Carmen Málaga, esta irrigación de aproximadamente 3 000 hectáreas es, por su manejo del agua, la más eficiente del sur andino. Desde que comenzaron a cultivar frutales en los años cuarenta, sus dirigentes siempre han trabajado para distribuir el agua de manera equitativa.

Carmen, quien también ha ocupado los cargos de secretaria, tesorera, delegada y presidenta en su Junta, cree que el éxito se debe en parte a que “todos somos personas con un nivel de instrucción medio-alto, conscientes del esfuerzo que supone conducir el agua hasta aquí”. Por ese motivo, y para no desperdiciarla, hace quince años comenzaron la instalación de un sistema de riego por goteo que suministra a las plantas dosis muy bajas de agua y fertilizantes de manera constante, logrando un ahorro significativo de recursos. Si en 2005 la superficie con la nueva tecnología era del 5%, en 2019 es de 80% y los dos fundos que Carmen administra están modernizados al 100%

Durante su presidencia y a pesar de su gran experiencia, Carmen ha vivido algunas situaciones de machismo que hoy son solo un recuerdo.

–¿Sabes lo que decían a mis espaldas? ‘Carmen no sabrá dirigirnos porque es mujer’. Pero yo me volteaba y les respondía: ¡Señores, no se preocupen! Si algo no sé, lo aprenderé.

Carmen demostró su capacidad al ser elegida en 2012 representante de los usuarios agrarios en el Consejo de Recursos Hídricos de la Cuenca, el espacio de diálogo más importante para resolver los retos del agua. Ella fue la primera mujer en el Perú en ocupar un puesto de tanta importancia3.


Las mujeres están ganando el respeto de los usuarios porque asumen el trabajo con mucha responsabilidad. Es lo que piensa el responsable de la Autoridad Local del Agua Colca Siguas Chivay, Gustavo Zevallos. “Las mujeres son menos egoístas y competitivas, consultan sus acciones y tratan de llegar a consensos”, explica el ingeniero agrónomo. “A diferencia de los hombres, que se centran solo en lo productivo, las mujeres entienden mejor la problemática de la cuenca en su conjunto y por eso plantean soluciones realistas y mejor aterrizadas”.

Para Ronal Fernández, Secretario Técnico del Consejo de Recursos Hídricos Quica Chili, “los usuarios arequipeños comparten una cultura de diálogo que no se da en otras cuencas”, lo cual también es importante porque permite tomar decisiones que trascienden los intereses particulares. Cuando en 2009 la Ley de Recursos Hídricos introdujo la figura de los Consejos de Recursos Hídricos de Cuenca, en Arequipa, el terreno social ya estaba abonado. El trabajo coordinado que desarrolla esta institución, a través de su plan de gestión, está siendo fundamental para evitar conflictos sociales y sobre todo fortalecer la economía regional.

Jaime Zúñiga y Elvira Villena en el desarenador R1. Ambos impulsan un proyecto para disminuir la turbidez del agua.

La parcela que cultiva Elvira Villena está situada en las afueras de El Pedregal, esa ciudad bulliciosa, recorrida por miles de mototaxis, que los colonos levantaron de la nada y que en veinte años se ha convertido con 100 000 habitantes en la segunda ciudad más grande de la región. Elvira lleva tiempo preocupada por sacar adelante a su familia con lo que produce su terreno. El ají, por ejemplo, está pagando los estudios de sus dos hijos y ella pretende que lo siga haciendo, aunque para lograrlo depende de la buena calidad del agua que llega por el canal de regadío.

Hace unos diez años, Elvira invirtió sus ganancias en la instalación de un moderno sistema de riego por goteo. Sin embargo, pronto descubrió que las mangueras se obstruían con demasiada facilidad debido a la cantidad de sedimentos que arrastraba el agua. Entonces, siendo presidenta de una comisión de usuarios, decidió afrontar este problema y en coordinación con Jaime Zúñiga, un ingeniero químico contratado por Autodema, desarrollaron un proyecto para controlar la turbidez del agua, ahorrar en su consumo, en mano de obra y mejorar la calidad de los cultivos. “Según nuestros cálculos, si cada agricultor pagara una cantidad equivalente a un caja de cerveza, resolveríamos el problema de una vez por todas”, precisa el ingeniero Zúñiga.

La formalización de las juntas y comisiones es la otra gran preocupación de Elvira, porque muchas de ellas no están inscritas en registros públicos: la mayoría de las veces por desconocimiento; otras, por descuido. “Los dirigentes hombres se preocupan por producir, pero se olvidan de llenar los papeles y después cuando vamos a solicitar algo a las instituciones éstas no nos toman en cuenta. Nosotras, las mujeres, somos más ordenadas”, concluye la agricultora.


Mientras unos se preocupan por arreglar los problemas del riego por goteo, Julia Begazo piensa en curar las aguas del río Siguas. Su preocupación comenzó hace diez años, sentada en la terraza de su fundo, rodeada de geranios y buganvillas, y escuchando el murmullo cercano del río, un río que estaba seriamente contaminado. Unas pozas de oxidación en la parte alta de la cuenca habían colapsado. “El agua es un recurso de vida que estamos obligados a cuidar; lo indica la ley y también lo dice Dios”, señala con fe Julia, una ganadera estudiosa de la biblia desde hace 18 años.

Durante varios años Julia Begazo ha sido fiscal de la Asociación de Caballos Peruanos de Paso de Majes.

La criadora de caballos de paso –Julia estudió veterinaria y zootecnia– movió cielo y tierra para denunciar el problema: pidió ayuda a AUTODEMA, escribió artículos de opinión en el diario Correo, fue entrevistada en varias emisoras locales, pero nadie la secundó en su empeño; algunos, de hecho, la calificaron de ‘loca’. Salvar el río se convirtió en una obsesión.

Su más reciente ‘locura’ ha sido presentarse a las elecciones de la Junta de Usuarios Ampato Siguas Quilca y ganarlas. “Muchos usuarios votaron por mí porque estaban hartos de los conflictos sociales y rechazaban la gestión de los anteriores dirigentes”, reconoce Julia que, desde que asumió la presidencia, ha prometido no solo curar el río sino acabar con los problemas de corrupción. Julia asegura que en los seis primeros meses de su gestión está consiguiendo que la Junta recupere su representatividad ante el Estado y las instituciones. Por ejemplo, ha comenzado a pagar una deuda que la Junta tenía con la Junta Nacional y con las comisiones desde 2013. Y en el plano operativo, ha diseñado el Plan de Operaciones y Mantenimiento, que la anterior directiva había dejado de hacer; también ha logrado que el gobierno regional les preste maquinaria para reforzar el cauce del río y evitar que los campos de cebollas, alcachofas o ají páprika terminen inundados. “La Junta es la mejor plataforma para que por fin se escuche nuestra voz”.

Concluida la cosecha en los viñedos de Pampa de Majes, los jornaleros preparan las plantas para la siguiente campaña.

En la campiña de Arequipa otra mujer ha alzado la voz contra las pretensiones de algunos dirigentes de aferrarse al cargo. Se llama Verónica Cornejo, ha sido presidenta de una comisión de usuarios de agua y durante un año y ocho meses ha batallado para que se celebren elecciones democráticas en la Junta de Usuarios Chili zona Regulada. El consejo directivo de la Junta puso una medida cautelar y Verónica, secundada por otros dos presidentes de comisión y apoyada por la ANA, lideró el proceso de revocatoria. Su atrevimiento tuvo consecuencias: los tres presidentes fueron expulsados de la junta, pero solo a ella le abrieron cuatro procesos: dos eran penales, un tercero por faltas y una queja formal. “Eso fue machismo y acoso”, enfatiza Verónica que, además de dedicarse a la agricultura ha estudiado dos carreras universitarias –Derecho y Comunicaciones– y tiene una maestría en educación superior.

Huaranguillo, en la campiña de Sachaca, es el lugar donde Verónica encuentra la calma, donde cierra los ojos y siente con más intensidad el olor a los brotes de ajo –es su aroma preferido–, el cri cri de los grillos y las sacudidas del viento entre los frutales. Sentada sobre un montoncito de tierra, hace un repaso sustancial de sus logros. De entre todos, destaca con orgullo el apoyo incondicional de su marido, quien también es abogado y agricultor. “Todo esto lo hacemos por nuestras hijas”, confiesa Verónica. Ambos son padres de dos adolescentes y están preocupados por su educación.

“Las mujeres exigimos igualdad de derechos y merecemos las mismas oportunidades. Muchos dirigentes son señores con un pensamiento equivocado que no quieren evolucionar ni cambiar. Los de nuestra Junta deben abandonar los cargos y dar paso a jóvenes con ganas de trabajar por los demás”, señala Verónica.

–¿Crees que los jóvenes están comprometidos?

–Muchos están desilusionados porque no se les reconoce su espacio.

–Y tú, ¿cómo te sientes?

–El proceso me ha afectado, pero también me ha fortalecido. Mis ganas están intactas y ahora quiero promover las capacitaciones. Pienso que para que progrese el país necesitamos mejorar la formación de la población rural.

–Escuchando tus planes me da la sensación de estar hablando con la próxima presidenta.

–Ojalá. Yo creo que sí.

Las acciones legales emprendidas por Verónica Cornejo han contribuido a destrabar la celebración de nuevas elecciones en las quince comisiones y, con el apoyo de la Autoridad Administrativa del Agua Caplina Ocoña, espera conseguir el mismo resultado en la Junta.


Crónica escrita por Xabier Díaz de Cerio –con fotografías de Sebastián Castañeda– que forma parte de la serie Mujeres del Agua. Fue publicada por el MIDAGRI y la ANA en el 2019.

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Redaccion Apacheta

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