Una arquera defiende la tierra

Todos los domingos por la mañana, como siguiendo un ritual, Irma Silva, de 42 años, se calza los chimpunes y se dirige a la cancha de fútbol de pasto natural que está a la espalda de la plaza de armas de Mara, una localidad que pertenece a la cuenca media del río Santo Tomás, en Apurímac. Irma es regidora municipal, líder del equipo de mujeres, y protagonista de todos los partidos en los que participa; ya sea jugando de arquera –no le meten ni un solo gol– o como de delantera –no hay quien detenga su potente derechazo–. Sus rivales le temen porque no necesita de trucos ni de patadas para ganar. A Irma le basta con hacer lo que mejor sabe: manejar con destreza el balón sin saltarse las reglas y defenderlo con firmeza si es necesario.

La honestidad y valentía que demuestra en la cancha son un reflejo de las que aplica en su trabajo en la municipalidad. Porque si algo le preocupa a esta madre –tiene dos varones y una niña– es la injusticia, especialmente cuando ésta se ceba con los más vulnerables. Y este sentimiento fue el que la impulsó a participar en el Programa Vaso de Leche de su barrio, hasta ocupar el cargo de presidenta distrital del mismo. “Allí veía problemas de violencia familiar cada día. Era terrible. Me preguntaba hasta cuándo teníamos que aguantar. Quién nos iba a respetar”, recuerda con indignación. “Mi pareja se molestaba conmigo porque me involucraba en esos temas; pero nunca pensé en abandonar”. Atajada por la escuadra… y posesión del balón.

Si hay una cosa que Irma detesta esa es el machismo. Ella piensa que es mucho lo que las mujeres tienen que decir sobre el desarrollo de Mara. Por eso, cuando tuvo la oportunidad de jugar en las ligas mayores, no dudó. Soñaba con ser autoridad para poder eliminar la discriminación y contribuir al cambio. Hoy su partido lo juega desde el edificio municipal. Irma insiste: “No solo es un tema de género, sino de desarrollo comunal”.


Desde el gobierno local se preparan para recibir una importante cantidad de dinero fruto de las regalías mineras por la intensa actividad de exploración que hay en la zona. A Irma le preocupa que no sea bien utilizado y por eso está trabajando en un Plan de Desarrollo Distrital con el Proyecto “Promoviendo el Manejo Sostenible de la Tierra en Apurímac” (MST-Apurímac) hasta el 2020. La corporación está visitando los diferentes centros poblados para escuchar las propuestas de los comuneros e impulsar los proyectos más viables de acuerdo a sus necesidades.

“Como son poblaciones campesinas priorizamos la ejecución de proyectos productivos. Pero antes de hacerlo debemos ayudarles a que se formalicen en asociaciones; aunque es difícil porque entre ellos existe demasiado recelo”, explica desde su despacho en el que entra y sale gente continuamente. La municipalidad, siempre en coordinación con el MST-Apurímac, ha comenzado a asesorar a las personas de los centros poblados y les ayuda a tramitar los papeles en registros públicos.

Además, ya van por su segunda reunión de presupuesto participativo. Todo un logro que da cuenta del interés que tienen las autoridades por conocer la opinión de las organizaciones de base. La presencia de las mujeres ha crecido bastante: “Ya no van solo a sentarse. Ahora levantan la mano y hablan. Se acabó la timidez”, dice Irma. ”Los varones también están cambiando. Antes se quejaban cuando las campesinas hablaban; y ya no lo hacen”, precisa.

“Mi pareja antes se molestaba por involucrarme en temas sociales, pero nunca pasó por mi cabeza dejar de hacerlo”, confiesa Irma.

La erradicación de problemas tan arraigados como la discriminación y la violencia familiar no es tarea de dos días. Irma dice que, a pesar de que dos de los cinco regidores son mujeres el machismo aún persiste dentro de la municipalidad. Y añade que su propia pareja, a pesar del tiempo que trabaja por los derechos de las mujeres, se molesta cuando tiene que ir a reuniones. “Yo le explico que soy autoridad, que es mi trabajo y que, además, es lo que más deseo hacer”, dice Irma.


El 13 de agosto del 2011 marcó un golazo al crear la Organización de Mujeres de Mara. Una iniciativa a favor de los derechos de las campesinas que contó con el apoyo de la municipalidad de Mara, el proyecto MST-Apurímac, la minera Xstrata-Las Bambas y el programa del gobierno Juntos. Fue el colofón a la celebración del I Congreso al que asistieron más de 700 mujeres de la región y que abarrotó la Plaza de Armas.

Al partido aún le queda el segundo tiempo. La siguiente jugada tiene que ver con los jóvenes. Irma quiere motivarlos para que no olviden sus raíces y participen en los planes de desarrollo local. “No sé qué les ha pasado. Ya no están interesados en la agricultura y no quieren sembrar. Tampoco se interesan por las costumbres ni la ropa tradicional. Tampoco están organizados y cuando les convocamos no aparecen”, enumera con preocupación porque ellos representan el futuro del distrito. Irma siente que este partido lo está jugando con el marcador en contra, pero no tira la toalla. “Pueden combinar sus estudios en otras ciudades, como Cusco y Arequipa, con el trabajo en su comunidad. Tienen que regresar con lo aprendido y ayudar a su pueblo”, defiende convencida.

Irma proyecta cómo será su próximo gol.


Crónica escrita por Carolina Martín –con fotografías de Antonio Escalante– que forma parte del libro Ecohéroes. Fue publicada por el MINAM en marzo del 2013.

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Redaccion Apacheta

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