La revolución empieza en casa

La mayoría de campesinos de Lauramarca, reparten su tiempo entre la agricultura extensiva y la ganadería de subsistencia, dos actividades que los condena a la pobreza. Bonifacio Luna y Margarita Mayo viven en las primeras estribaciones del nevado Ausangate, a 3 900 metros de altitud, en Cusco. Tienen tres hijos: Ester, de 29 años; Samuel, de 25; y Joel, de 22. Mientras que Samuel y Joel todavía trabajan con ellos en el predio familiar, la hija mayor, como muchos otros jóvenes de su generación, emigró a la ciudad hace algún tiempo.

Cuando uno llega al hogar de los Luna, la representación de su nevado sagrado, de un sol y de una nube da la bienvenida a los visitantes apenas ingresan a la finca. En una pared exterior, junto a un cartel que indica ‘comedor’, Samuel ha dibujado también una paloma blanca con las alas extendidas. Y al frente, haciendo referencia a un salmo del Antiguo Testamento, el artista de la familia ha colocado la figura de un pastor que guía a un numeroso rebaño de ovejas. Casi todas las paredes han sido tomadas como un inmenso lienzo y embellecen el hogar.

—Somos pobres, pero queremos vivir dignamente —sentencia Samuel cuando se le pregunta por su obra de arte.

Esta familia fue una de las 378 que participó en el primer concurso de viviendas saludables que el Haku Wiñay/Noa Jayatai, con el apoyo del PACC Perú, organizó en el distrito de Ocongate. Un éxito de convocatoria teniendo en cuenta que se inscribieron más de la mitad de usuarios del proyecto productivo de FONCODES que aterrizó en este distrito en 2013.

El recubrimiento de las paredes, techo y suelo de las habitaciones impide que la humedad y el viento ingresen a la vivienda. Además mejoran la temperatura interior.

Para este concurso cada familia elaboró dos mapas parlantes, dibujados sobre papelógrafos, que tradujeron sus situaciones actual y futura mediante esquemas coloridos. Esta dinámica, además de generarles un sentimiento de orgullo y reforzar su autoestima, mejoró las relaciones familiares, fomentó el trabajo en equipo e impulsó la colaboración de todos sus miembros.

El hogar de los Luna es uno de los mejores ejemplos de esa transformación. La vivienda original de un solo ambiente ha sido rediseñada y ahora está organizada en tres construcciones principales, dispuestas en forma de media luna entorno a un extenso espacio de tierra de forma rectangular.

Al frente, y cerrando el círculo, han construido un biohuerto bajo techo de plástico 12 donde cultivan hortalizas todo el año. Desde que lo hicieron han logrado una dieta más balanceada y diversificada: la seguridad alimentaria es otro de los pilares fundamentales para lograr el estatus de vivienda saludable y aspirar al bienestar.

El comedor, junto a la cocina, es el principal espacio de intercambio familiar donde se reúnen todos sus miembros al comienzo y al final del día

Este hogar junto al nevado es un ejemplo de orden y limpieza. En la primera casa vive Joel, el hijo menor. En la del medio, en una de las habitaciones, Samuel con su pareja y su bebé; en otra, Bonifacio y Margarita, y en la última guardan las herramientas de labranza. La cocina y el comedor ocupan la tercera construcción. Es el espacio donde todos coinciden y hacen la mayor parte de la vida familiar. Aunque no siempre fue así: “Cuando mis hijos eran pequeños, nuestro hogar siempre estaba desordenado porque todos vivíamos juntos en una sola habitación… y nuestros ‘cuycitos’ corrían de un lado al otro de la cocina”, cuenta Margarita Mayo.

Las familias no solo han cambiado la estructura de sus viviendas, también lo han hecho con sus prioridades. Todas quieren vivir dignamente en el campo y los mayores, ahora que saben que pueden, quieren seguir mejorando en este sentido para darles una vida más confortable a sus hijos.

La distribución de sus nuevos hogares es ahora mucho más funcional. Los anteriores no brindaban ni comodidad ni seguridad y generaban hacinamiento, lo cual ocasionaba tensiones y conflictos. En muchos casos los edificios no estaban ubicados en un buen lugar y tampoco tenían en cuenta el recorrido del sol para orientarse mejor frente a su principal fuente de energía. Otro problema que se detectó fue que las familias utilizaban materiales inadecuados y los defectos que las construcciones presentaban en su estructura permitían las filtraciones de viento y humedad.


Con el tiempo, las familias han descubierto que el camino para obtener una vivienda saludable 13 depende de la adopción de un conjunto de buenas prácticas. Algunas repercuten sobre la salud de sus miembros, como la implementación de cocinas mejoradas, la conservación de agua en piletas, la instalación de letrinas o destinar un espacio específico para el almacenaje de los alimentos.

Otras inciden sobre la seguridad física de las construcciones, como la protección de las bases con piedras, el mejoramiento de techos y aleros, la habilitación de drenajes alrededor de las casas o el tarrajeo de las paredes para evitar su erosión por las lluvias. También se han empezado a preocupar por su salud emocional, y por eso han hecho un gran esfuerzo por ordenar sus ambientes.

En la nueva vivienda los animales menores, que antes corrían sin control en la única habitación que había en la casa, también tienen su propio espacio.

Margarita, que está cocinando desde temprano, ya no tose como lo hacía antes. Su dolor de espalda también ha desaparecido. La nueva cocina mejorada ha sido su mejor medicina. Antes pasaba la mayor parte del tiempo entre humo y hollín, lo cual le ocasionaba infecciones respiratorias agudas y un fuerte dolor lumbar. En el nuevo espacio todas las cosas están ordenadas y a la mano: ya no tiene que agacharse y el humo es absorbido por una larga chimenea que lo expulsa hacia el exterior. Gracias a una mejor combustión genera la misma cantidad de energía utilizando menos leña. Le ha cambiado la vida para mejor.

Galpón de cuyes.

Samuel, que observa a su madre desde la puerta, se atreve a confesar que desde que ampliaron la vivienda y reasignaron los espacios, el choque generacional casi ha desaparecido. Samuel y Joel, aunque respetan mucho las decisiones de sus padres, tienen su propia forma de resolver los asuntos familiares y mirar al futuro. Ellos tienen planes con la nueva vivienda y sus padres finalmente lo ha comprendido.

–Queremos construir dos cuartos más para que los turistas nos visiten y conozcan la vida sana del campo –afirma Samuel. El joven ha visto una experiencia similar en un distrito cercano al suyo y ahora quiere replicarla en su pequeña comunidad de Lauramarca. ■


Un texto de Xabier Díaz de Cerio, con fotografías de Enrique Castro-Mendívil, que forma parte del libro Yachay Ruwanapaq. Fue publicado por el MINAM, COSUDE y PACC-Perú en marzo del 2017.

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Redaccion Apacheta

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