El motor de Ricardina

Cada mañana, cuando amanece en el sector K’isco, en Kjana Hanansaya, Cusco, lo primero que ve Ricardina Mamani al abrir la puerta de su habitación es un cerro. Es el Huaraconi. No es demasiado imponente, ni es un apu al que se le hacen pagos. Pero a ella le gusta. Cada mañana, Ricardina Mamani se siente feliz. Tiene una buena razón para ello: vive en un paraíso. Y no es solo por el paisaje. Mire donde mire, todo está en equilibrio.

La armonía de Ricardina, de 34 años, su esposo, Antonio Pucho, de 35, y sus hijos mellizos, Juana y Franklin, de 13, no es casual: es un reflejo de las enseñanzas aprendidas en los concursos campesinos organizados por el Programa de Adaptación al Cambio Climático-PACCPerú, junto a la asociación civil Pachamama Raymi, y las municipalidades de Checca y Kunturkanki. Su vivienda, construida sobre una ladera, a 4.100 metros de altura, es saludable y modélica. Los ambientes son independientes: una cocina sin humos, para evitar enfermedades pulmonares; dos dormitorios separados para padres e hijos; un almacén de alimentos, también sala de producción de quesos y yogur; y una habitación para la elaboración de artesanía. Todo es limpieza y orden.

No fue siempre así: “Antes era una chocita, todo junto. Estaba sucio y desordenado. Triste era la realidad en la que vivía.” Ricardina recuerda que los kamayoq, expertos campesinos y capacitadores de los concursos campesinos, le animaron: “Compañera, ¿por qué no puedes cambiar tu vivienda?”. Y lo hizo. Junto a su familia, en equipo, empujados por su enorme capacidad de esfuerzo.

Su optimismo y la reivindicación de un mundo mejor salpica todas las paredes. Sobre la puerta de entrada principal, que da a un patio con pasto verde y piedras, se lee: “Bienvenidos a la familia Pucho Mamani”. Ya dentro, bajo un techado con una mesa y un banco de madera: “Descansa amigo visitante”. Junto a una pileta: “Gota a gota el agua se agota”. Encima de la puerta del dormitorio de los niños: “La Madre Tierra está enferma, salvémosla”. Sobre la puerta del dormitorio adulto: “Cuidemos el medio ambiente”. Y a su izquierda: “Para escuchar el canto de las aves, planta el árbol”. ■


Una crónica de Raúl M. Riebenbauer, con fotografías de Antonio Escalante. Fue publicada en el libro Yachaykusun, de la COSUDE y el MINAM, en diciembre del 2014.

Imagen por defecto
Redaccion Apacheta

Deja un comentario