Diálogo en construcción

Una de las esquinas de la gran explanada de tierra y pasto ya no estará vacía nunca más. En Acpitan, cerca del colegio de primaria, justo frente a una rústica torre donde la solitaria campana de bronce es testigo de la vida diaria de esta comunidad, se levanta una nueva y flamante construcción. Todavía no está terminada, pero casi. “Estoy orgulloso de la obra porque hemos conseguido construirla entre todos”, comenta el presidente de la comunidad, Bernardino Lima. “Hemos trabajado duro, organizados en grupos de 10 personas, y cada familia se ha preocupado de aportar con un número determinado de adobes”.

Trabajar en equipo siempre es complicado. Bernardino tiene claro que durante su mandato tiene que mejorar la organización de su comunidad como una manera de asegurar su progreso. El equipo que lidera ha logrado que los seis comités integrados en el Comité de Desarrollo Comunal (CODECO), y que hasta ahora trabajaban de manera separada, encuentren puntos en común y generar sinergias. “Ahora nos reunimos el segundo domingo de cada mes en la plaza y tratamos nuestros problemas de manera mucho más abierta”.


Hace unos años las asambleas se hacían cada tres meses y sin una fecha fija; no eran rigurosos con los acuerdos y estos se escribían en papeles que al poco tiempo se perdían. Además, nunca llegaban a reunirse más de treinta personas, lo que suponía una tremenda debilidad al ser los acuerdos consensuados por un número no representativo de agricultores. Ahora, sin embargo, y desde que el Proyecto MST-Apurímac está presente, la asistencia a las asambleas se ha elevado hasta el 95%: hombres, mujeres y jóvenes, como Bernardino, que han visto un cambio sustancial en la organización de su comunidad.

Desde abril de 2012 han logrado reducir el problema del alcoholismo, que dificultaba la asistencia a las asambleas y generaba violencia familiar, acordando en una asamblea la prohibición de la entrada a la comunidad de camiones con bebidas alcohólicas. También han logrado crear cuadrillas que asumen periódicamente las tareas de limpieza del pueblo o que tienen como objetivo la siembra de agua en las laderas más escarpadas del apu Tintayparu, su cerro protector. “Con la orientación del MST”, comenta el presidente comunal, “hemos logrado definir las prioridades de la comunidad a través del diálogo”.

Bernardino, que reparte actualmente su tiempo entre la chacra y sus funciones como representante de unas 50 familias, tiene la firme intención de crear antes de que termine su mandato un centro piloto de pasantía: “Queremos que esta comunidad sea un ejemplo de organización para otras y por eso deseamos compartir con otros campesinos los conocimientos que recibimos en diferentes capacitaciones gracias al Proyecto, que cambió mi manera de plantear las cosas”.

Los primeros adobes de este sueño ya están puestos; la casa que ahora se levanta en la esquina de la plaza pronto tendrá su razón de ser. En su salón principal se harán las reuniones comunales, en el cuartito del fondo se guardarán ordenadamente cada papel y cada acuerdo tomado; y en las habitaciones del segundo piso, una vez que estén puestas las ventanas, se realizarán las nuevas capacitaciones. “Si nos organizamos podemos hacer todo”, concluye Bernardino. ■


Texto escrito por Fábrica de Ideas –con fotografías de Antonio Escalante– que forma parte del libro Ecohéroes. Fue publicada por el MINAM en marzo del 2013.

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Redaccion Apacheta

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